Recuerdo que hace muchos años, cuando aun tenía el placer de compartir el aula con Tarantina, nos tocó hacer el típico trabajo biográfico de los diseñadores más influyentes. Obviamente, como todos, crucé los dedos para que me tocara alguno de esos mítico diseñadores con los que todos nos identificamos a penas entramos en la facultad. Una Chanel, un Dior, un Yves Saint Laurent o incluso un Karl Lagerfel me hubiese venido bien.
“Sid Vicious” me dijo una compañera, y yo no pude evitar una mueca de desagrado. En ese época los celulares aún no tenían Internet casi, pero la imagen de esa señora entrada en años y con el pelo naranja me acompañaría hasta llegar a mi casa.